A continuación podéis leer la entrevista que la revista FUSION en su número de Junio le hace a nuestro compañero Gaztelu: "Luis Manuel Prieto Gaztelumendi
"Gaztelu" -Fotógrafo
Trabajo y pasión se dan la mano en Gaztelu. Ambas se funden en la fotografía. Una en blanco y negro, inmediata y efímera, que refleja su trabajo como fotoperiodista. La otra en color, fruto de la espera y llamada a perdurar a través de libros y exposiciones: es su pasión como testigo de la naturaleza berciana
Texto: M. Iglesias
No ha parado de hacer fotografías desde que le regalaron su primera cámara, en la comunión. Veinte años en los que ha recorrido el blanco y negro y el color, consiguiendo hacer de su afición un trabajo.
-Trabajas la foto periodística en un diario local, ¿en qué se diferencia fundamentalmente ese trabajo de la foto para exposición?
-Es totalmente diferente. La fotografía de prensa es instantánea y momentánea, tiene que ser todo para ya, no puede esperar. En cambio, la fotografía de naturaleza la realizo con muchísima más relajación, con mucho más tiempo. Fíjate que estoy preparando un libro de fotos sobre las cuatro estaciones en Ancares en el que llevo trabajando cuatro años y pretendo terminar en enero de 2007.
La fotografía para Gaztelu es más que una profesión, ¿en qué sentido te permite una mayor expresión personal?-
La mejor manera de expresar mis sentimientos ahora mismo es la fotografía, sin ella no sé qué haría. Es una manera de contar y ver las cosas de manera diferente.
-¿Qué aportan de diferente el color y el blanco y negro a una fotografía?
-Cuando era un chavalín tenía laboratorio y era muy especial el meterte allí con esa luz roja o amarilla, revelando, y viendo cómo poco a poco salía la fotografía. Pero llega un momento en que te das cuenta que al blanco y negro le falta algo, lo fundamental, el color. Si yo siguiera haciendo fotos así es como si no hubiera evolucionado, como si en la actualidad siguiera viendo la tele en blanco y negro
Tu refugio particular se encuentra en Tejeira, a más de 1.500 m altura, en pleno corazón de Ancares. ¿De qué escapas o qué buscas?
-Escapo del ajetreo diario del trabajo de prensa. Soy el encargado de cubrir todo El Bierzo, un espacio grande, muy poblado, que me mantiene en una carrera continua. Todo tiene que ser muy rápido, y yo soy una persona muy tranquila a la que al mismo tiempo le encanta el periodismo por el movimiento que tiene. Sacas la foto de un político y luego otra a un señor de 80 años en un pueblo perdido, con el que charlas tranquilamente un rato. Esa variación me encanta, pero después de once días seguidos termino agobiado. Y entonces es cuando me voy a Ancares y me cambia la vida. Busco la tranquilidad absoluta que es el bosque, que para mí es lo máximo que hay.
-¿Consideras que Los Ancares leoneses están suficientemente valorados?
-Creo que no. El problema es que al ser una reserva nacional de caza, la política que se sigue en Ancares está más centrada en el tema de la caza que en el medio ambiente. Es verdad que se están haciendo replantaciones, pero llegas a Ancares y está todo lleno de pistas que no se sabe a dónde van. Además han desaparecido los urogallos y el otro día mataron un oso en Burbia, es decir, que no hay un control sobre las especies.
-Tenías pendiente fotografiar al lobo para tu próximo libro y lo has conseguido. ¿Cómo fue ese encuentro?
-Maravilloso. Llevaba detrás del lobo cuatro años, saliendo casi a diario detrás de él. Llegué a conocer dónde comía, por dónde se movía... pero no lo había visto nunca y fue un encuentro maravilloso. Iba con mi mujer bajo una nevada impresionante cuando vimos una manada de cinco lobos. Les sacamos unas fotos increíbles.
-¿Por qué ese interés especial con ese animal en concreto?
-Por ese amor-odio que hay desde siempre con respecto al lobo y que no comparto. Me parece un animal superinteligente que nos tiene tanto miedo como nosotros a él. Se parece mucho al ser humano tanto en la forma de cazar como de comportarse. El lobo es el típico animal difícil de ver porque tiene mucho miedo al hombre, así que era un reto personal intentar localizarlo y no paré hasta que lo conseguí.
-¿Por qué sigue demonizado el lobo, pese a los intentos de documentalistas, naturalistas y fotógrafos por mostrar su realidad?
-Es una cosa tan ancestral que terminar con ello va a ser muy difícil. Sólo confío en que las nuevas generaciones poco a poco se den cuenta de la verdadera naturaleza del lobo. En Ancares, por ejemplo, se le temía porque comía el ganado, pero ahora la Junta de Castilla y León indemniza a los ganaderos cuyos rebaños son atacados por lobos. Además la gente teme que si hay lobos se acabe la caza y la Junta no les dé el porcentaje de dinero que les corresponde a las juntas vecinales. Sigue habiendo esa guerra estúpida por falta de conocimiento: los lobos no pueden comerse toda la caza porque si no ellos luego se morirían de hambre. La naturaleza es mucho más sabia que nosotros.
-¿Qué capacidades exige el fotografiar a un animal en su hábitat natural?
-Lo difícil de sacar fotografías en la naturaleza como yo lo hago -con animales sin entrenar-, es lograr integrarte de tal manera en el bosque que la naturaleza venga a ti.
-¿Qué relación mantiene el berciano con la exuberante naturaleza que le rodea?
-Creo que no hay ningún berciano al que no le guste el bosque, tanto es así que en cuanto pueden van al monte porque tenemos la suerte de tenerlo al lado. El Bierzo es un valle rodeado de montañas preciosas y los bercianos están arraigados a la montaña por los cuatro costados, de hecho la mayoría tiene sus raíces en un pueblo. La pena es que haya gente que piense que el bosque se está desplazando demasiado cerca de los pueblos y le prenda fuego, generando esos incendios que sufrimos todos los veranos. Vuelve a ser el miedo ancestral, y me gustaría que la gente se diera cuenta de que no hay nada más maravilloso que la naturaleza.
-¿Cree que el entorno verde ha ayudado a conformar la personalidad única del berciano?
-El bosque tiene un punto especial que puede influir, y de hecho yo tengo un compañero de Tierra de Campos que dice que una vez conocido esto nunca volverá a su pueblo. Sin llegar a ese extremo, tanto el Alto Sil como Ancares para mí son joyas que deberían estar protegidas sentimentalmente porque la gente les tiene un cariño especial